Hubo una época en la que estaba pasando por un momento complicado.
Días malos, emociones cruzadas, cara de pocos amigos… ya sabes, de esas temporadas en las que no te aguantarías ni a ti mismo.
Y justo en medio de ese panorama, tenía que dar una conferencia.
La pregunta era:
¿Cómo se da una charla cuando por dentro tienes un cabreo del tamaño de un camión?
Respiré hondo.
Me dije a mí mismo: “Vale, no estás bien, pero aquí hay gente que ha venido a escucharte, que ha dejado sus cosas para estar contigo. Así que… ¡a ponerse las pilas!”
Sonreí (al principio con más esfuerzo que ganas, lo admito).
Y visualicé algo positivo:
cómo me iba a divertir, cómo iba a conectar con el público,
cómo iba a hacer que incluso yo me olvidara de mis dramas durante una hora.
¿Y sabes qué?
Funcionó.
No solo hice una buena charla…
me lo pasé bien.
Y cuando terminé, una persona del público me dijo:
—Gracias por tu energía, me hiciste el día.
¡Toma ya!
Y ahí está la enseñanza:
No siempre estamos al 100%, pero sí podemos decidir qué hacemos con ese 40% que tenemos.
👉 Sonríe, aunque no te salga natural al principio.
👉 Respira.
👉 Visualiza algo bueno antes de salir al escenario.
👉 Recuerda que es un privilegio que alguien te escuche.
Porque no siempre tendrás un gran día…
pero sí puedes dar una gran charla.
Para este post hemos utilizado la estructura número 6.
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